Archivos Mensuales: julio 2024

Somos espejo

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Aquí estamos tú y yo, frente a frente. Me veo en ti, te ves en mí, nos reflejamos.

Por fin lo entiendo, somos espejo. Lo veo, lo comprendo, lo acepto.

Mi corazón late feliz de reconocer lo que tiene frente a sí. Una hermosa oportunidad de ser, de crecer, de aprender, de amar.

Reflejada en ti puedo identificar los cambios por hacer y todo lo bello que hay en tu ser, en mi ser. Me dejo sorprender, ilusionada, amada, confiando en todo lo que puede suceder al comenzar a tejer esa hermosa relación que ambos anhelamos tener.

Empezar a mover, a ser y dejar florecer lo que habita en nuestro ser.

Parar, observar, sentir, permitirnos mirar nuestro reflejo, fluir. Aceptar que somos espejo, amarnos, entregarnos, transformar aquello que nos disgusta, tomarnos de la mano y juntos las alas extender para así el vuelo hacia la libertad emprender.

El que no arriesga…

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Todos aquellos que me conocen, saben que soy fan de la Navidad y por ende de las películas navideñas. Así que no les extrañará que estas líneas hayan sido inspiradas en una de ellas.

Le cuento… El sábado pasado, mientras estaba en casa muy cómodamente sentada en mi sillón disfrutando de una película navideña, escuché la siguiente frase / idea:

Todo se refiere a qué tipo de vida quieres tener. Quieres estar a salvo y que nunca te lastimen o tener la vida más plena que puedas tener.”

Vayan ustedes a saber si coincide o no la traducción con la idea original, pero escuchar esto me hizo reflexionar sobre la importancia de arriesgar en la vida

¿Cuántas veces no llevamos años esperando a que un sueño se haga realidad sin hacer mucho al respecto, imaginando que las cosas caerán del cielo? ¿Cuántas veces no hemos cerrado nuestro corazón por miedo a que nos lastimen? ¿Y que me dices de las veces que te has quedado paralizado porque un acontecimiento actual te recordó algo no grato del pasado? ¿O bien cuando la vida te sorprende con un ser maravilloso, pero le pones mil peros porque no corresponde a la “famosa lista de lo que mereces”?

Segura estoy que te ha sucedido, así como a mí también. Lo importante aquí es estar claros con nosotros mismos sobre lo que queremos, aunque quizá no sepamos cómo llegar al objetivo. Por ahí dicen que cuando tienes clara la meta, el mecanismo aparece. ¿Y sabes? Es cierto. Muchas veces las respuestas que estamos buscando, las personas, están ahí, al alcance de la mano. Lo que sucede es que estamos tan encerrados en nosotros mismos, en nuestros miedos, tan ciegos que no vemos más allá.

Hoy te invito a que, como dice una de mis grandes maestras y guía: “te sientes en tu sillita de pensar” y que te conectes con tu corazón, con lo que verdaderamente anhelas. Inhala y exhala, que sea tu respiración la que te calme (gran lección recientemente puesta en práctica), la que espante a los miedos, la que te conecte contigo mismo y te lleve a donde quieres estar. 

Si te tropiezas, te levantas; si te hieren, lloras; si te rompen tu corazón, lo restauras; si necesitas tiempo para sanar, te lo tomas. Al final esto también pasará…

Lo importante es regalarte la oportunidad de intentarlo una y mil veces más hasta que lo logres. Además siéntete super orgulloso de cada prueba, ya que cada una, cada persona que te topas en el camino algo fantástico deja en ti. Sí, los seres humanos con los que nos relacionemos, las vivencias nos regalan experiencias que nos convierten en las personas que somos ahora y eso es sin duda un regalo extraordinario.

Así que adelante, ¡no lo/la dejes ir! Esa persona o vivencia puede cambiarte y llevarte a tener la vida más plena que puedas tener.

No sé tú, pero yo prefiero morir en el intento a pensar que hubiera pasado si….

¿Y si aprendemos a sostener, reparar y amar?

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Y aquí estoy una vez más, compartiendo esas cosas que pasan en mi día a día, en el tuyo, en el de todos.

La reflexión de hoy, está inspirada en una frase que me encontré ayer y que me hizo pensar mucho, así que aquí vamos.

“Todo el mundo hoy en día habla de aprender a soltar, pero qué hay de aprender a sostener, a reparar, a amar y no irse cuando algo se complica”.

Auch! En cuanto lo leí sentí como si una cubeta de agua helada me cayera encima, me pareció tan cierto. No se tú, pero yo escucho mucho esto de hay que aprender a soltar, todo mundo lo dice, te explican cómo hacerlo, te dan hasta tips, pero nadie se detiene a recomendarte que aprendas a sostener, a reparar, a amar. Son pocas las personas que te sugieren que te quedes, que explores, que escuches.

Y vaya que esto sucede con las parejas, los amigos, las relaciones laborales. ¿Cuántas parejas ya no quieren casarse por no asumir un compromiso? O ¿cuántos no salen corriendo al primer conflicto que se les presenta: Cuando sus emociones los sobrepasan, cuando una vivencia les recuerda algo no grato ocurrido en el pasado, cuando no pueden controlar una situación?

A veces pareciera más fácil salir huyendo que tomar al toro por los cuernos, organizar las ideas, gestionar las emociones y sentarnos a hablar, a resolver, a buscar una solución juntos, expresando ambos sus puntos de vista.

Pareciera que lo de hoy es ir ligero, soltado sin esforzarnos por crear algo nuevo, algo diferente, algo que perdure, que trascienda.

Personalmente soy de esas personas que lo intentan varias veces antes de partir y es que prefiero quedarme con la paz de saber que hice todo lo que estaba a mi alcance para que funcionara y no salir corriendo a la primera de cambios.

Hoy me pregunto… ¿Cómo sería la vida si aprendiéramos a sostener, a reparar, a amar? ¿Qué tal si lo intento yo, lo intentas tú y así y nos vamos encontrando personas que quieran hacerlo? ¿Qué tal si dejamos el miedo a un lado y decidimos intentarlo, echarle ganas, darnos la oportunidad de amar y dejarnos amar, si aprendemos a hablar con el corazón?

Sé que habrá quienes me digan que soy una soñadora empedernida y sí, sigo pensando que el amor mueve al mundo y que si queremos podemos cambiar y transformar muchas de nuestras actitudes. Ese cambio seguramente nos ayudaría a crear relaciones diferentes con la gente que nos rodea y se iría permeando de manera que transformaría la vida de muchas personas, descubriríamos otra forma de vivir la vida y seguramente estaríamos más tranquilos los unos con los otros, amando, disfrutando del momento.

No se tú qué pienses, pero yo sí quiero aprender a sostener, a retener, a amar. Por lo menos quiero morir en el intento.

¡Hasta la próxima!

Perfectamente imperfecta

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Perfectamente imperfecta, esta soy yo…

La niña, la intensa, la joven.
La que se enoja, la controladora;
la workaholic, la que se estresa y a veces contesta mal.
La que manda mensajes imprudentes, la inoportuna, la que no es vidente.
La que tiene un cuerpo con curvas, la que ya no hace dietas.
La que llora, la sensible, la que se emociona y se sorpende con las pequeñas cosas de la vida, la que está aprendiendo a decir no.
La miedosa, la que a veces no sabe cómo seguir;
la ansiosa, la nostálgica;
la caprichosa, la a veces obsesiva, la testaruda.
La que está aprendiendo a comunicarse asertivamente;
la que se equivoca, la que falla;
la demandante, la insegura, la preguntona, la tímida, y sí esta soy yo.

Pero… ¿Sabes?

También soy:
La que te regala una sonrisa, la que te hace reír, la que a veces te emociona hasta las lágrimas;

la que al mirarte a los ojos te dice más de mil palabras, la que te ama, la que te abraza;

la apasionada que quiere crear una relación amorosa como nunca antes.

La besucona, la tierna, la cariñosa, la detallista.

La amorosa que siempre está, la que espera, la empática;

la que sabe callar, la discreta, la que acepta, la que comprende;

la que no se da por vencida, la que siempre busca ser mejor, la resiliente, la que se enfrenta a sí misma para sanarse;

la que entrega todo, la soñadora incansable, la noble, la que confía;
la eternamente enamorada del amor, la que le encanta que le cocinen, la que es feliz compartiendo con sus seres queridos;

la que ama la música y va a conciertos que nadie más iría;
la que quiere recordar cómo andar en bici y aprender a bailar salsa;
la de los lunares, la que tiembla, la que siente, la que vive.

Y sí… Ésta soy yo:
La mujer, la amiga, la cómplice;
la pareja, la novia, la amante;
la escritora, la editora, la profesionista;
la hija, la sobrina, la tía, la madrina;
la alumna, la maestra.

Sí esta soy yo, perfectamente imperfecta viviendo, siendo mi mejor versión cada día, conmigo, contigo, con ustedes.