Archivos Mensuales: agosto 2018

Tinder, tu mirada y yo

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Quería conocer gente. Hace tiempo ya había hecho el experimento sin éxito, pero aún así me animé. Reabrí mi cuenta de Tinder y comencé la búsqueda. Un poco escéptica, un mucho con ganas de encontrarte, un tanto de miedo a lo que pudiera pasar, pero confiando que mis dedos y mi instinto me llevarían a ti..

“Me gusta”, “no me gusta”, “no me gusta” y así hasta que apareciste. Un perfil sin información, conocía solo tu nombre, tu edad y esos ojos, esa mirada que tanto llamó mi atención. Deslicé mi dedo a la derecha, “me gusta” y ahora tocaba esperar…

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Lunes, 23 de octubre alrededor de las 7am sucedió: ¡Cling! Hiciste match y ¡sorpresa! Era tu mirada. Comenzamos a chatear, preguntas iban y venían, parecía que la magia y las  famosos mariposas en el estómago existían. Algo me invitaba a seguir… Cambiamos de una App a otra, todo digital aunque de fondo se percibía un toque de calidez. Escribíamos e incluso llegamos a hablar. Una sensación especial y mucha curiosidad. Quería encontrarme con esos ojos, conocer esa mirada que tanto expresaba, ese Universo de sueños por realizar.

Y seguí mi intuición, nuestras miradas se encontraron y fue ahí donde perdí. Esos ojos y tu sonrisa me atraparon y me cautivaron, me hicieron volar y soñar. Comprendí entonces que efectivamente los ojos son el espejo del alma y que cuando se conectan con otros es posible ver y experimentar un sin fin de emociones.

Dos corazones latiendo al mil por mil, una mirada que se funde, que abraza y no suelta, que calma, que cura y ama. Unas ganas locas de escribir una historia contigo, pero sin ti, solo vivir a través de esos ojos, quizá pequeños para algunos, tristes para otros, pero llenos de cariño, expresivos, amorosos, transparentes, con un toque angelical. Un hombre desilusionado que muere por sentir, por dejarse llevar, por volver a comenzar; una mujer dispuesta a enamorarse, a compartir y amar sin dudar. Una mirada cautivadora, imposible de olvidar, que llegó para recordarme que vale la pena amar. No importa que hayas fallado, siempre es posible volver a empezar. Sin embargo, parece que el tiempo no jugó a nuestro favor.

Tinder, tu mirada y yo, una combinación original, una forma de experimentar el amor, entrar en el corazón del otro a través de una ventana particular, aprender a sentir al unirse con esa mirada especial. Una manera de relacionarse muy peculiar, una de esas memorias que quedan guardadas en los archivos del alma, que te hacen suspirar mientras continúas andando entre la vida real y el mundo digital.

Una ilusión, un destello de luz, la fuerza que necesitaba para continuar, una historia que inició y en puntos suspensivos se quedó…

Instantes de familia

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Hace unos días tuve la oportunidad de convivir varias horas en compañía de la familia de una amiga muy querida, lo cual disfruté enormemente y hoy me lleva a compartir contigo esta reflexión.

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Cada familia tiene su dinámica, formas de relacionarse, horarios, ritmo, tiempos, etc. Sin embargo, a veces se meten tanto en ello que no ven más allá… Pereciera que las cosas sencillas como un: “Buenos días” o dar un “beso con calma” pierden importancia, mientras que los problemas de dinero, salud, trabajo y más se vuelven el centro de todo.

Observando a la familia de mi amiga, pensaba: qué afortunados son de tenerse, de poder dialogar, abrazarse, incluso de discutir, aunque parece que ellos ni cuenta se dan de esa bendición.

No es secreto que yo, un poco por azares del destino y otro mucho por mis decisiones, llevo varios años viviendo sola y a pesar de que el concepto de familia sigue siendo mega importante para mí (y uno de mis más grandes sueños) hoy no cuento con una. Y bueno… Claro que tengo a mi hermano a quien adoro; una tía que es mi segunda madre y con quien comparto muchísimo; tíos, primos y sobrinos a distancia. Sin embargo, en mi día a día, no vivo en familia. Quizá sea eso lo que hoy me hace valorar y ver de otra manera la bendición que muchos de ustedes tienen y disfrutar doblemente cuando me reúno con los míos o cuando paso unas horas en familia.

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Con todo esto, quiero invitarte querido lector a que te tomes unos instantes para salir de automático. Papá, mamá, hijo, para y observa tu dinámica familiar, ¿qué tanto gozas cuando estás con ellos? ¿De verdad valoras el abrazo que te da papá? ¿Agradeces a mamá el tiempo y el cariño con el que te hizo de comer o preparó tu lunch? ¿Pones lo mejor de ti para comprender a tus hijos? O todo lo contrario, vives dando por hecho que las cosas y personas están ahí y que siempre será así. Quizá nunca te lo habías cuestionado.

Sea como sea, hoy puedes realizar este pequeño ejercicio y regalarte la oportunidad de salir del automático, deleitarte con beso que le das a mamá, el hecho de tener un compañero de vida, el regalo de un hermano, y agradecer el vivir en familia. No permitas que la velocidad del día a día y los problemas le resten importancia a esos momentos que son mágicos y que ahora están, mañana no sabemos.

Por mi parte, agradezco infinitamente a la vida la posibilidad de vivir y compartir esos instantes de familia.

Mirar al cielo

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Mirar-el-cieloUn acto tan sencillo y que a veces parece tan complicado. No recuerdo cuándo lo convertí en una de mis actividades favoritas del día… Tomarme unos instantes y alzar mi vista al cielo. A veces buscando una estrella, otras tan solo para ver su color. Y así he descubierto que las nubes toman diferentes formas, de ángeles, caras, corazones, en fin.

Si bien es cierto que vivo en una de las ciudades más grandes del mundo, donde la contaminación es parte de la realidad, los rascacielos se multiplican, el cableado público no ayuda mucho que digamos, ni que decir de las jaulas en las azoteas, he descubierto que siempre es posible ver más allá de ello.

En efecto puede que cada día haya menos árboles y más construcciones, sin embargo si te lo propones, si te enfocas en lo verde, en lo natural, lo encontrarás. Tan sencillo como darte una vuelta por la terraza de Liverpool Insurgentes en un día soleado para disfrutar de un hermoso atardecer, caminar por esa avenida y dejarte sorprender por los hermosos rosales y las flores que puedes encontrarte en jardineras o simplemente dejarte atrapar por algunos de los árboles que aún existen en la ciudad.

Parece misión imposible, pero no lo es. Solo necesitas ver más allá, abrir tus sentidos y dejarte maravillar por esos regalos que la naturaleza nos da cada día.

¿Qué decir del cantar de los pájaros cada mañana? Si eres de los afortunados que madruga, en ese silencio, cuando el día empieza a clarear es posible escuchar a las aves silbar. ¿Y qué tal cuando sales a caminar después de una tormenta? Las hojas se vuelven más verdes, las calles huelen a humedad, a frescura, y sí también puede haber algunas que no huelan muy bien, pero te repito, depende de en qué pongas tu atención.

Con estas líneas solo quiero invitarte a ver el mundo que te rodea, la ciudad donde vives con otros ojos, quizá con los ojos de viajero. Esos que se dejan sorprender ante lo nuevo, que son capaces de encontrar formas y colores diferentes, que acarician el alma y son capaces de alegrar por unos instantes un corazón roto. Esos ojos que basta con que miren al cielo para que se enamoren y para siempre.

¡Hasta la próxima!