Señor Tiempo

Estándar

Una de las lecciones que aprendí de papá fue que todo tiene su tiempo. Claro que cuando él me decía: “todo a su tiempo mi hijita”, yo no lo entendía, quería ir rápido, correr, comerme al mundo, crecer. ¡Qué equivocada estaba!

Con el paso de los años me he dado cuenta de lo importante que era esa lección. Ahora entiendo que en efecto cada cosa, cada etapa, cada experiencia tiene un periodo determinado para realizarse. En ese espacio intervienen aspectos como: la madurez, la edad, las circunstancias, la toma de decisiones, etc.

“Todo tiene su tiempo”, sí y al volver la visa atrás descubro que ese tiempo está construido a base de instantes, de momentos. Así que lo mejor que podemos hacer es disfrutarlos al máximo, sin correr, estando presentes en cada uno de ellos, gozando lo que es y lo que está. 

¡Ojo! Eso no quiere decir que no pensemos en lo que deseamos a futuro, que tomemos acciones para llegar a donde anhelamos. La clave está en aprender a ser felices con lo que está hoy, con lo que somos y tenemos. Entender que el tiempo pasa, que no regresa, que hay cosas que podemos hacer hoy y mañana quizá no, pero podremos hacer otras.

Comprender que la vida está hecha de instantes que merecen ser vividos y atesorados en el corazón para siempre; que la vida tiene etapas y que cada una tiene su encanto, su magia. Es como las estaciones del año. Cada una es especial y diferente, cada una llega y se va a su tiempo, ni antes ni después.

El Señor Tiempo es tan sabio que nos enseña que todo tiene su momento y funciona como un instrumento que marca el ritmo de las melodías que componen nuestras vidas.

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