Y no me refiero al cuerpo 90, 60, 90; al hombre con músculos, ni a una mujer con sus curvas muy bien definidas. Hablo de la verdadera perfección del cuerpo humano. Verás… 

Por asares del destino de un tiempo a la fecha, gracias a los sabios consejos de una amiga, aprendí a escuchar, a sentir y a reconocer que es lo que sucede en y con mi cuerpo.

Pareciera que es obvio. Quizá haya quien me diga que está claro cuando le duele la cabeza o el estómago, sin embargo yo te hablo de estar en contacto con tu cuerpo más allá. Por ejemplo, darte cuenta y regalarte la oportunidad de escuchar tu corazón latir… Sí me refiero a ese: “bum, bum, bum, bum”. ¿O qué me dices tu respiración, estar consciente de ella? No sé si algún día hayas puesto atención en cómo se siente o qué siente tu cuerpo mientras haces ejercicio…

Créeme no estoy loca. Es toda una experiencia. Es maravilloso aprender a escuchar a nuestro cuerpo, a sentirlo, incluso a admirar su perfección. Porque sabes que es perfecto ¿no? Cada parte, cada órgano tiene su función y cuando te cuidas, cuando eres una persona sana, que se ocupa de una buena alimentación, que hace ejercicio, que tiene pensamientos positivos, que elige sentirse bien, entre muchas cosas más, tu cuerpo responde increíblemente.

Te comparto una anécdota. Hace tiempo, inicié una de las “n” dietas que he hecho en mi vida, alguien me dijo que le echara ganas, pero además añadió que le pidiera a mi cuerpo que me ayudara, que “hablara con él” y le explicará que cambiaríamos mi alimentación. Se lee loco, lo sé, pero lo hice, así como también hice muchos otros cambios y ¿sabes qué sucedió? Mi cuerpo respondió maravillosamente.

Hoy no dejo de sorprenderme de su perfección, de agradecerle, de cuidarlo y mimarlo, de escucharlo. ¿Cómo lo aprendí? Simplemente dándome tiempo para escuchar y experimentar qué, cómo y cuándo siente mi cuerpo, dejando que mis sentidos se despertaran y dedicándoles minutos de mi día.

Te invito a que te des la oportunidad de vivir esta experiencia. ¡Hasta la próxima!