
Reencuentros 2017
Vaya que 2017 ha sido un año diferente. Después de mucho pensar, finalmente llegó a mí la palabra que lo describe casi perfectamente, al menos desde mi experiencia: REENCUENTRO.
Comenzaba el año con un reencuentro con la familia y amigos, de esos que llenan el corazón de amor y recargan la batería. Gracias a Dios sucedió así y gracias por nunca soltarme.
Llegó marzo, mi mes favorito y con él, la emoción de reencontrarme con mi gusto por la cocina y preparar una comida de cumpleaños, celebrar la vida de uno de mis grandes amores. También hubo inesperadas partidas que llevaron al reencuentro de una hija con su madre.
Abril apareció acompañado de un reencuentro con la tristeza y el dolor, que aunque no tienen nada de lindos, son emociones que experimentamos los seres humanos, que forman parte de la vida y nos hacen crecer. Como duele ver a alguien que amas sufrir.
Mayo me regaló muchos reencuentros. El primero fue con uno de mis ángeles de la Tierra, a quien hace años no veía. El segundo y más intenso fue con la verdad. De pronto cayó el telón y no hubo nada que ocultar. Redescubrí a mis verdaderos amigos, los que están ahí sin importar hace cuánto tiempo no los hayas visto ni llamado. Me encontré de nuevo con mi incomparable familia, esa que está, a aún a pesar de los más de 3 mil kilómetros que nos separan. Recibí una lluvia de amor, entendimiento, complicidad, apoyo y recordé que en realidad hay cosas en esta vida no tienen precio. ¡Qué importante es la verdad! Hablar con ella, actuar desde ella, ser honesto, limpio, vivir con la conciencia tranquila. ¡Vaya lección!
Y aterrizó junio… Volvimos a pasar una noche juntos después de años de no hacerlo y ésta sería la última y el principio de muchas. ¡Inolvidable, mágica, entrañable! Le siguió, sin duda a equivocarme, el mejor reencuentro del año: Ella y Él, después de 22 años 6 meses y 4 días se volvieron a reunir y esta vez sí estarían juntos y para siempre. Luego llegaría una lluvia de abrazos, de amor y amistad incondicional que se convertirían en la medicina para seguir adelante.
El tiempo siguió su curso… Julio tuvo lo suyo. Por un lado, un nuevo proyecto me reencontró con mi parte creativa y el aprendizaje. Por otro, fue un encuentro con la oscuridad, la hipocresía, los escombros, pero tocar ese dolor, esas emociones que lastiman en lo más profundo de tu ser, ese sentirte muerto en vida, fue lo que me llevaría a buscar un nuevo camino para poder reencontrarme conmigo misma.
Y fue así que en agosto inició la reconstrucción que se convertiría en toda una experiencia llena de retos, magia, pero sobretodo amor por la vida, amor por mí misma. #UnDíaALaVez
En septiembre se dio otro reencuentro, éste sería musical. ¡Qué maravilla volar a través del tiempo, recordar, bailar, gritar y hasta llorar con Timbiriche! Indudablemente la vida es y será siempre mejor cantando. Días después, todo se volvería a mover, lo que me permitió compartir con mi compañero de juegos, no solo la tristeza sino también un techo, alimentos, charlas e inolvidables recuerdos. ¡Y qué decir del reencuentro con mi amiga y periodista favorita!
Octubre llamaba a la puerta y con él llegaría el reencuentro con la claridad, saber y reconocer lo que sí quiero en la vida y trabajar en ello para lograrlo. Volver al mar, acariciar la arena, saborear un atardecer. Regalarme la oportunidad de coincidir con la mujer que habita en mí, con esa sonrisa pícara, sentir mariposas en el estómago. Dejar el pasado atrás y poder conectar con la gente viéndole a los ojos. Reencontrarme con las letras y experimentar esa incomparable pasión por querer escribir y compartir historias, sentimientos, experiencias.
Y noviembre, dulce noviembre. Encontrar de nuevo la fuerza interior para realizar los sueños, callar al miedo, confiar en el Universo, darme la oportunidad de experimentar y sentir. Soñar con la certeza de que sucederá.
Aún falta camino por andar… 42 días por vivir, lo que significa que seguramente aún hay reencuentros por disfrutar.
Hoy solo me queda decir: Gracias 2017 por los reencuentros, por permitirme llegar hasta aquí y por compartirlo.
Te adoro
Y yo a ti mi Chas!