En esta ocasión quiero dedicar estas líneas a una palabra que me ha enseñado a ver el mundo, las personas y las situaciones con otros ojos.
Ella me ha hecho comprender que cada ser humano tiene cualidades y defectos, cada uno es distinto. La educación tampoco es la misma, aunque claro pueden existir costumbres similares, pero al final cada familia tiene lo suyo.
Así también ocurre con la forma de pensar. ¡Ah cómo me cuesta a veces entender la manera en que piensan algunos! ¿Por qué hay quienes se complican tanto (desde mi punto de vista, claro está) para resolver un asunto que es tan sencillo? ¿Cómo es que hay gente que dice una cosa y hace otra? ¿Qué a caso su palabra no vale? ¿Cómo es que no escucha lo que alguien más le dice? ¿Que no entendió?
En fin… Así podría seguir haciéndome mil y un preguntas de las cuales algunas tendrán respuesta; otras no me gustarán, habrá unas con las que estoy de acuerdo o no, y pasaría horas, días, semanas y meses peleándome con todo y todos cuando la solución en muy sencilla. El dilema lo resuelve una palabra, que es neutral, una simple combinación de letras, que juntas son dinamita. Ella es: «Diferente«.
Cuando eres capaz de entender que las personas, las situaciones y las cosas son diferentes, la vida se facilita y el panorama se ve con mayor claridad. Si además le sumas la aceptación, es decir que lo apruebas… ¡Estás del otro lado!
Al «aceptar lo diferente», apruebas que cada persona/circunstancia/cosa tiene lo suyo y al hacerlo le estás quitando cualquier tipo de carga, ya sea positiva o negativa. Así es más sencillo vivir, aprendes a ser tolerante, quedan fuera la “ganas” de querer tener la razón y con ello dejas de andar con la espada desenvainada queriendo convencer y/o imponer tu voluntad.
Complicarse la vida es una elección personal, así como ser feliz o sonreír y tú… ¿Cómo quieres vivir?