Los que me conocen, saben que mi fecha favorita del año es mi cumpleaños. Es un día que espero con mucha ilusión y que preparo siempre con un toque muy personal. Mis amigos y familia se encargan de impregnarle el factor sorpresa y la magia a esa celebración.
Este año no fue la excepción. Estaba decidida a festejar mis 44 viviendo experiencias que fueran únicas, al menos para mí. Fue así que cuando una amiga me preguntó qué quería de regalo, no dudé en decirle que deseaba conocer el “Castillo de Chapultepec”. Sí ya sé qué es lo que estás pensando: “¿Cómo que nunca habías ido?” Así como lo lees, por “x” o “y” razón nunca lo había visitado.
Fue así como el sábado pasado, viví un día muy especial y divertido, que además me hizo pensar mucho y compartir contigo estas líneas.
El haber tenido la fortuna de recorrer el “Castillo de Chapultepec” sumado a una plática previa a llegar a este lugar de ensueño, me hizo pensar en los cuentos de princesas. Esos que mamá, la abuela o la nana nos contaban, donde las protagonistas eran las chicas que tarde o temprano terminaban viviendo en un castillo al lado de su Príncipe Azul.
En primera instancia pensé, qué delicia de vida la de aquellas mujeres, tan fácil y sencilla, al lado de su amor. Conforme recorría los pasillos, las salas y los jardines del castillo como un ser humano común y corriente, fui descubriendo y cayendo en cuneta, que mi vida quizá no es como la de las princesas, sin embargo también es especial.
Es la historia de una mujer actual, que trabaja, que sueña; que tiene un estilo de vida propio; con sus logros y fracasos; que ríe, que llora, que se esfuerza. Estar en aquel lugar de ensueño me hacía sentir como una princesa moderna, escribiendo el los jardines, disfrutando de una buena lectura en la biblioteca, celebrando un gran banquete entre amigos, incluso imaginarme al lado de mi príncipe, que dicho sea de paso no era azul. Pensaba en un príncipe de colores y que cada uno de ellos representaba sus virtudes. También me reía conmigo misma recordando los sapos que he besado y lo divertido que ha sido. Me decía a mí misma que resulta interesante jugar a ser princesa a mi manera, toda una princess pero con los pies bien puestos en la tierra y la mirada hacia el cielo.
Disfruté enormemente la visita, además de lo hermoso del sitio y de la riqueza de la historia. Mi cabeza loca me llevó a recordarme, que si bien mi vida poco tiene que ver con la de una princesa, tiene lo suyo y así es maravillosa. Cierto es que sueño con encontrar a mi Príncipe de Colores y que a veces me enojo, me desespero, me desanimo, pero aún con esos faltantes que hay por ahí amo la oportunidad de estar viva, de gozar cada instante del viaje, de ser feliz con las pequeñas cosas del día a día, que al final son las que hacen de Mi Cuento de Princesa algo único e irrepetible.
¿Cómo es tu cuento de hadas? Porque recuerda que cualquiera que sea tu realidad, tú también puedes hacer de tu paso por esta tierra un cuento de princesa.