He de comenzar esta nueva entrada, confesando que esta mañana no tenía claro qué escribiría, cosa que no me sucede normalmente. Sin embargo, la vida y mi musa que son muy sabias no me fallaron. Cerca de las 10am recibí una llamada, que me aclaró todo. Al hablar con una amiga, ella sin imaginarlo me dio la respuesta: “No necesitas ponerle una etiqueta”.
Así que aquí vamos. Vivimos en un mundo en el que parece que etiquetar es lo de hoy. Para todo las usamos. ¡Detente unos instantes y reflexiona! Vas al cine con alguien y cuando comentan la película empiezan: buena, divertida, malas actuaciones, no recomendable, etc. O qué me dices cuando entre un grupo de chavos empiezan con que si fulano es gay o no, que si tiene novia, que si batea para ambos lados, que si consume drogas, que si no. O qué tal cuando estás saliendo con un chico que te cae muy bien y además tienen química, pero no son novios, ni los mejores amigos; tampoco son amigos con derechos ni amantes, no son pareja, sin embargo se la pasan de maravilla cuando se ven… Entonces… ¿Qué son?
Pareciera que nuestra mente y la sociedad sí o sí necesitan etiquetarlo de alguna manera, darle un nombre, para colocarlo en un lugar, para que cumpla con ciertos puntos, etc. etc. ¿Y qué pasa cuando una cosa, una persona, una relación no encajan con las etiquetas? ¿Lo dejas, lo tiras, te frustras?
Si lo vemos detenidamente, desde mi punto de vista, el colocar etiquetas es dar de una manera u otra una interpretación a algo, es decir, defines el hecho de acuerdo a tu experiencia, tu punto de vista, pero eso no significa que sea 100% así. Para ti quizá sí, para el otro no. Es por ello que cada quien debería de elegir aquella interpretación que lo empodere más, la que le cheque y le funcione para su vida.
En el caso de las relaciones humanas con mayor razón. Hay veces que no es necesario etiquetarlas porque a veces las personas, las relaciones están en un proceso, en una búsqueda para llegar a ser, a florecer y al etiquetarlas, les estamos cuartando su camino y libertad de algún modo.
Personalmente esta mañana cuando escuché que mi amiga me decía que no era necesario ponerle una etiqueta a determinada situación, me dio una paz increíble, fue como si se me quitara un peso de encima, me sentí liberada, pude seguir con mi día y por si fuera poco compartir estas líneas contigo.
Así que se te dejo de tarea: ¿etiquetar o no etiquetar? ¡Tú decides!