Que agasajo es ir al cine y encontrarte con una historia diferente, emocionante y que te deja con un muy buen sabor de boca.
Así me sucedió hace unos días con la película: “¿Conoces a Tomás?”. La trama gira en torno de un chico con autismo y de cómo conecta su mundo, por decirlo de alguna manera, con el nuestro.
Qué lindo es ver cuando dos corazones buscan y encuentran el camino para coincidir a través de la música, la convivencia, la observación.
Ser diferente es bueno y más cuando te abres a la posibilidad de ver el mundo a través de otros ojos, cuando aprendes a comunicarte por medio de los sentidos, al momento que te olvidas de las expectativas y miras al otro en sus máximas posibilidades. Te sorprenderás de lo mágico que puede ser.
Conocer a Tomás te lleva a vivir una serie de emociones, a observar la vida desde otra perspectiva, a estar en el momento presente y conectar con los demás gracias al amor, la paciencia, la aceptación.
No deseo entrar en la polémica de si es una buena o mala película, simplemente me limitaré a decir (nuevamente) que es una historia diferente. Una cinta que en medio de la violencia, dolor, decepción, engaños, etc. que vivimos en la actualidad nos muestra la otra cara de la moneda, la parte humana, la que a veces pareciera que hemos olvidado o que preferimos no ver.
Nos encerramos en nosotros mismos por el miedo a conectar con el de al lado, quién sabe qué nos pueda hacer. Hay una falta de empatía, de querer esforzarnos y darnos cuenta de que ser diferente es bueno. ¿Porque sabes una cosa? Todos somos diferentes, tenemos capacidades que nos hacen especiales (a unos se les notan más que otros), pero eso no significa que dentro de cada ser humano no viva un diamante en bruto. Solo es cuestión de regalarnos la oportunidad de conocerlo, de dejarnos sorprender, que con su magia nos acaricien el corazón, de permitirnos volar, volar .
Concluyo estas lineas agradeciendo a la Vida por todas aquellas personas que se atreven a hacer cosas diferentes, que ven más allá, que no tienen miedo a arriesgar, que no se venden tan fácilmente. En especial gracias a las que están cerca.