¡Sí, acepto! 

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Los pájaros cantaban, abrí los ojos y agradecí por el nuevo día. Salté de la cama, comencé a moverme. Fue entonces cuando te vi, ahí, reflejada en el espejo con esa mirada llena de luz y esa sonrisa, tan tuya.

Miles de recuerdos vinieron a mi mente, vivencias lindas y otras no tanto, sin embargo las veía diferente. Intenté entender qué era lo que percibía de otra manera y descubrí que las contemplaba desde la aceptación, desde ese increíble lugar en el que te das cuenta de que lo que ES, ES y listo. Suena sencillo, pero sé que llevas (llevamos dijo la otra) años trabajando en ello y ver el resultado de frente me llena de emoción.

Qué maravilla poder hacer una recopilación y…

Aceptar que:

  • Los seres humanos nacen, viven y mueren, de ahí que hay que disfrutar cada día como si fuera el último.
  • Las personas son como el viento, unas llegan y se quedan, otras se van.
  • Romperte en mil pedazos es una excelente oportunidad para reconstruirte y convertirte en una mejor persona.
  • Las redes de apoyo son esenciales y se transforman conforme te vas rediseñando.
  • A diferencia de lo que dice Shakira, hay mujeres que lloran y facturan porque una cosa no está peleada con la otra.
  • Tienes un cuerpo hermoso, sin importar la talla, que te ha acompañado a lo largo del camino incondicionalmente.
  • El amor y la magia existen.
  • Toda decisión tiene sus consecuencias.
  • Existe el bien, pero también el mal.
  • Perdonar puede ser difícil, pero es el mejor regalo que te puedes dar.
  • Has venido a este mundo a ser feliz.
  • Dios, Universo, Poder Superior o como le quieras llamar, existe.
  • Eres única e irrepetible, por lo tanto nadie puede brillar como tú.
  • Eres perfectamente imperfecta.

Por estas y mil razones más, hoy te miro a los ojos y te digo: ¡Sí acepto! 

Acepto compartir mi vida contigo, amarte y disfrutar cada instante, celebrar los triunfos y aprender de las derrotas, vivir y dejar vivir.

Y tú… ¿Te aceptas como eres? ¿Te caes bien?

¡Cuéntame y hasta la próxima!

¿Votar o no votar?

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En mi entrada anterior escribí sobre “La importancia de decidir”. En esta ocasión abordaré el tema desde otra perspectiva.

¡Aquí vamos!

La semana pasada hubo elecciones en dos estados de la República Mexicana. El año que viene habrá elecciones presidenciales tanto en México como en Estados Unidos. Esto me hizo reflexionar sobre la importancia de votar y ¡ojo! No pretendo ponerme a escribir de política, tema del que poco sé y que además no me gusta.

Lo que me llevó a escribir estas líneas fue una conversación que tuve con una taxista el domingo por la noche. Veníamos escuchando los resultados preliminares de la elección y platicando cuando el conductor me dijo: “Ve señorita, es mejor no votar. Igual siempre nos hacen trampa”. Me quedé unos instantes callada y entonces le comenté que yo pensaba que era mejor ejercer nuestro voto y no dejarlo al destino. Al final, gane quien gane, podemos quedarnos tranquilos de haber externado nuestra decisión. 

Y así lo pienso. Todos los seres humanos somos libres de decir lo que pensamos. En el caso de la política se nos dan ciertas opciones para elegir y de ahí saldrá un triunfador, nos guste o no, pero lo importante es haber ejercicio nuestra libertad. Además independientemente de todo, ¿quién no te dice que tu voto fue el que hizo la diferencia en la contienda? Puede ocurrir. 

Mira, yo tengo un grupo de amigas con las que juego dominó cubano todas las semanas y hace unos días me tocó ganar a mí. ¿Sabes por cuántos puntos le gané a la que quedó en segundo lugar? Por UN punto, fue solo un punto el que hizo la diferencia.

Quizá me dirás: ¿Qué tiene que ver el dominó con votar o no? Pues todo, porque tu voto puede ser “ese punto” que cambie el destino de una elección.

La vida es un juego en que a veces se gana y otras se pierde, pero para llegar a ese resultado hay que jugar. Si no juegas (se lee si no votas)… ¿Cómo pretendes hacer la diferencia, ganar? ¿Cómo se te ocurre si quiera opinar y/o quejarte por los resultados?

Hoy te invito a que seamos conscientes y responsables como ciudadanos, como individuos que elegimos vivir en una sociedad. Pensémoslo con detenimiento, sin dejarnos llevar por las emociones. No permitamos que otros decidan por nosotros sin al menos haber levantado la mano. Si por algo llega a suceder (porque sabemos que ocurre) podemos quedarnos en paz de haber externado libremente nuestro voto, nuestra opinión.

¿Qué dices?

Hasta aquí por ahora.

Nos leemos la semana que viene.

La importancia de decidir

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En un abrir y cerrar de ojos pasaron dos años desde la última vez que escribí por aquí. ¡Y qué digo por aquí! Dos años que se fueron así, sin escribir, alejada por completo de las reflexiones que me gusta compartir.

Pero aquí estoy de nuevo, lista y con las ganas de dejar algo de mí…

Llevo tiempo meditando la importancia de la palabra decidir. Esa que nos hace pensar en los pros y los contras de una situación para después actuar en consecuencia y tomar uno u otro camino.

Se lee sencillo y en muchas ocasiones lo es, otras no. Sin embargo, a veces aún después de haber hecho un análisis nos dejamos llevar por la emoción o por la confianza (¿qué puede salir mal si somos amigos?) o porque pensamos que es la ruta más fácil.

Lo cierto es que cuando decidimos lo hacemos con las herramientas que tenemos al momento, con la conciencia y con la intención de que será lo mejor para nosotros. Pocas veces recordamos que a cada acción, a cada decisión, corresponde una consecuencia, buena o mala, prefiero no añadir adjetivos. Incluso una decisión nos puede llevar a un sin fin de consecuencias, que ni siquiera no pasan por la cabeza a la hora de tomarla.

Hoy a esas consecuencias me gusta llamarles aprendizajes y nuevamente lo dejo sin adjetivos para evitar darle una carga emocional que a veces puede pesar mucho.

Esos aprendizajes pueden llevarnos a destruirnos o construirnos en una mejor persona. Y ahí somos nosotros nuevamente los que volvemos a decidir qué queremos hacer: lamentarnos, victimizarnos, enojarnos, amargarnos, matar nuestros sueños o “tomar la sartén por el mango”, hacernos responsables, pedir apoyo y con humildad reconocer que nos equivocamos y volver a construir esa vida que siempre soñamos.

¡Tú eliges!

Lo más importante es dejar de culparte, perdonarte, recordar que no eres la misma persona que tomó aquella decisión. Los días, meses, años y la experiencia te han ido moldeando en el ser humano que eres hoy.

Así que en tus manos está  decidir de nuevo, volver a elegir y hacer de tus días eso que sí quieres.

Ya sé que se lee fácil y más si estás pasando con un momento “diferente”, pero créeme que estoy clara del trabajo que implica, de lo difícil que puede ser en ocasiones y justamente porque he estado ahí es que te digo que se puede.

Como bien dice una de mis amigas más queridas: Un día a la vez. (#UnDíaALaVez)

Decidir tiene lo suyo, es parte de la vida, como lo son las consecuencias y hay que aprender de ellas y a veces toca aprender a vivir con ellas.

Recuerda nada es para siempre, es solo por ahora.

Que nada ni nadie te detenga. Vive, aprende y acuérdate que tú eres la persona más importante.

Hasta aquí por ahora. Nos leemos el próximo lunes, es un compromiso.

¡Gracias por estar!

Pensando en ti

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Pensar en ti

Llevo días pensando en ti.

A través de la música
pensando en ti.

Personajes y sus historias 
me hacen pensar en ti.

Las caritas de los niños, su inocencia y su luz, 
y yo pensando en ti.

Una lluvia de preguntas
que buscan respuestas
me inspiran a pensar en ti.

El cantar mañanero de los pájaros
mis oídos deleitan y despierto,
pensando en ti.

El ritmo de mis pasos 
me guía a pensar en ti.

En el silencio de la noche
me descubro pensando en ti.

Analizo mi decisiones
y pienso en ti.

Finalmente comprendo 
que por miedo a ser valiente y elegirte
me perdí de ti,
de tenerte en mis brazos
y verte sonreír.

Aún así, hoy y siempre vives en mí. 
En la ternura de mi Muñeca,
en los abrazos del Peque,
en la alegría del niño que corre por el parque
y la princesa que baila ballet bellamente.

Los veo a ellos y pienso en ti.

Siempre ti.

Amo en mi mente poder coincidir
y mi corazón feliz y en paz sentir
cada vez pesando en ti.

Y tú… ¿Cuidas tu salud espiritual?

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En días recientes he observado que la gente vive sumamente preocupada por cuidar su salud física, muertos del miedo de que el Sr. Covid llame a su puerta, se lavan más manos mil y un veces al día, desinfectan todo, limpian y limpian, hay quienes salen lo indispensable a la calle y así pasan los días, rogando a Dios para que «esto» pronto termine.

Lo que ha llamado mi atención es que cuando oigo la lista de cuidados o medidas que están tomando, escucho que muy pocas personas se están ocupando de su salud espiritual y ¿sabes? Creo que hacernos cargo de ella ayuda (y mucho) a transitar cualquier dificultad (la que sea que estés pasando) de otra manera. Es decir, cuando incluimos a la salud espiritual dentro de nuestra lista de pendientes y hacemos algo al respecto, nuestra actitud y nuestro alrededor cambia.

Apapachar a nuestro espíritu, confiar en que hay un poder superior que cuida de nosotros, buscar momentos para meditar y contactar con nuestro «yo interior», practicar yoga, tal vez una caminata por el parque, quizá ir a terapia (puede ser el dinero mejor invertido) reír, escribir, escuchar música, leer, etc., son actividades que alimentan el espíritu y que seguramente te sumarán más que leer noticas, estar metido en la redes sociales (sin elegir amorosamente que sí y que no ves), escuchar «la mañanera», en fin.

Si encontramos el justo medio y atendemos tanto a nuestra salud física como la espiritual, estaremos del otro lado. De ti, de mí, de cada uno depende el cómo quiere vivir cada día. Estoy consciente de que estamos atravesando tiempos diferentes, pero eso no significa que los debamos vivir inmersos en la histeria colectiva, tirados al drama y que dejemos de ser empáticos los unos con los otros. ¡Y ojo! Ser empáticos significa tener la capacidad de percibir en los sentimientos, pensamientos y emociones de los demás; entenderlos desde su punto de vista en vez del propio, sin embargo no implica mirar el mundo de color negro y sufrir a la par con ellos, absorbiendo sus problemas y emociones.

Hablando de lo que estamos viviendo actualmente, aunque la solución parece saltar a la vista, personalmente considero que aún nos falta un buen rato para terminar del transitar por esta pandemia. Hay mucho aún por hacer, por aprender, por compartir, por transformar. La tarea en principio es individual, uno a uno para después irla difundiendo a más personas a fin de que lleguemos todos a trabajar en equipo, unidos por el amor de los unos a los otros. Imagínate… Si tú cuidas de tu salud espiritual y estás en paz, seguramente tu pareja, tus hijos y amigos lo percibirán y de alguna manera tendrás una influencia sobre ellos. Y de la misma manera sucederá si optas por vivir en estrés. ¡Piénsalo! Recuerda que lo que tú no hagas por ti, NADIE más lo hará.

Cuéntame, ¿tú que estás haciendo para cuidar tu salud espiritual? Los leo…

No lo sabía

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No lo sabíaSoñaba con tus ojos
y no lo sabía.

Anhelaba tus besos y caricias,
sin saber que existías.

Deseaba encontrarte,
sin saber dónde buscarte.

Quería fundirme en tus abrazos,
aún sin conocerte.

Tenía de ganas de perderme en ti,
sin saber que el cielo tocaría.

Imaginaba que algún día
alguien me amaría y me cuidaría,
sin saber que  a mi vida llegarías.

Pedía al Universo que me sorprendiera,
sin saber cómo lo haría.

Confiaba que el amor a mi puerta tocaría,
pero no sabía cuándo ocurriría.

Pensaba en ti cada día,
sin saber que tu sonrisa me enamoraría.

Y hoy que estás en mi vida
no puedo más que saltar de alegría
y disfrutar de lo nuestro cada día.

Elegir de nuevo

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Meses sin coincidir mis letras con la pluma y papel, alejada, sin regalarme unos minutos para hacer una de las cosas que más me apasionan en esta vida: escribir.

Historias muchas, pretextos todos. ¿La verdad? Opté por no escribir estos meses. Sin embargo, hoy recordé una lección que aprendí el año pasado, cuando una persona especial me enseñó (se lee me hizo consciente) que siempre puedo volver a elegir. Así que aquí estoy, combinando letras, construyendo palabras para compartir contigo este texto.

Elegir de nuevo, es siempre una posibilidad, un regalo que nos damos a nosotros mismos, es liberarnos, abrir las alas y emprender el vuelo; dar ese paso hacia eso que queremos hacer, es realizar sueños, escucharnos, consentirnos, y más…

Y entonces… ¿Por qué dejamos de hacerlo? ¿Por qué cedemos nuestro poder a otros? ¿Por qué nos volvemos víctimas? La respuesta es simple: Porque elegir implica hacernos responsables, tomar las riendas de nuestras vidas, hacernos cargo de «eso» por lo que estamos optando, correr riesgos, hacer las cosas de manera diferente. Es salirnos de nuestra zona de confort, despedirnos del drama, retomar nuestro poder interior, brillar como sólo cada uno puede y sabe hacerlo.

Todo esto nos da a veces miedo y de ahí que decidamos contarnos historias, creativas y generalmente llenas de drama, la mayoría de ellas relacionadas con tiempo y dinero.

Elegir es siempre una opción, incluso cuando lo haces inconscientemente, estás prefiriendo una cosa o circunstancia sobre la otra. Esto aplica desde las cosas pequeñas como decidir entre un helado de fresa o uno de menta con chocolate, hasta situaciones como seguir o terminar una relación, cambiarte de casa, invertir o no en un negocio, etc. Por ejemplo: si una pareja se eligiera cada día el uno al otro, actuando en consecuencia, seguro que habría menos separaciones.

Todo es una elección y si te equivocas SIEMPRE puedes volver a elegir.

No se tú, pero a mí el hacerme consciente de estas tres palabras me hace sentir libre, empoderada, fuerte, con esperanza. ¿Sabes? Incluso esas veces que tomamos una decisión sin tener la más mínima idea de cómo le haremos o por dónde empezar, el simple hecho de haber decidido y tener la intención hace y ayuda a que el mecanismo aparezca.

Este 2021 te invito a que hagas consciencia y a que recuerdes que siempre puedes elegir de nuevo. Ha de ello un mantra, un hashtag, un lema de vida, y ya me contarás cómo te va.

Hasta aquí por ahora. Te abrazo y gracias desde ya por leerme y dejarme un comentario, si así te nace hacerlo.

Las Apps de citas y una chica de 40 y tantos…

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Las Apps de citas y una chica de 40 y tantosEn un mundo inmerso en la tecnología y en retiro voluntario, las aplicaciones de citas se han vuelto una o la opción para conocer gente. Sin duda, hay un universo nuevo por descubrir.

Se dicen una infinidad de cosas y al final, cada quien habla como me la va en la feria.

Opciones muchas, pero si la pregunta del millón es ¿cuál app es la mejor? Yo diría que la que mejor te funcione…

Ahora bien, más allá de hablar individualmente de estas aplicaciones, me gustaría contarte lo que he encontrado en ellas y a las conclusiones que he llegado. ¿Estás list@?

El surtido es muy variado, es un cocktail de diversos ingredientes. Aquí con lo que me he topado…

  • El chavo “honesto” o «cínico» que admite que es casado y afirma que se va a divorciar, lo cual no sucedió. Sin embargo, gracias a él conocí a un grupo de gente muy linda.
  • El que en su perfil dice abiertamente “que no esta buscando sexo casual”, pero que al tercer o cuarto mensaje te lo pide directamente.
  • Con el que después de chatear por un tiempo, sales a tomarte un café, platican por horas y después nunca más vuelves a saber de él.
  • El que en medio de la pandemia te dice (sin conocerlo) que si lo invites a cenar a tu casa o que tú vayas a la de él. “Pero si no me conoces”, dije yo. “¿Qué tal que soy una loca?” Resultado: No volvió a escribir, jaja.
  • El que te empieza a interrogar sobre lo que escribiste en tu perfil. Luego intercambias el número de teléfono y que cuando te llama, empieza nuevamente el interrogatorio, al grado que, literal y textual, te sientes como en una entrevista de trabajo: «En tu perfil dice esto (vuelve a repetir), explícamelo porque entenderás que en una relación hay negociables y no negociables”. ¿Es en serio?, vaya que lo fue. Una semana en examen, siempre a la misma hora, hasta que un día dije algo que no le gustó y desapareció (gracias a Dios).
  • El que cuando le preguntas que qué hace en «x» aplicación te contesta sincera y educadamente: “Vivo en unión libre con una chica, me gustan mucho las mujeres, pero también me gustan las Trans, TVs y chicos afeminados pasivos, soy 100% activo, soy discreto con ello, espero no molestar con mi comentario”. ¿Molestar? Nop. Juzgar, tampoco. Me sorprendió su honestidad y la agradecí.
  • Los que después de un par de mensajes te piden tu número de teléfono, te preguntan la fecha de cumpleaños, te mandan una lista de cualidades de tu signo zodiacal, dejando hasta el final “son muy cachondos” y te preguntan con cuál te identificas más. ¿Será que quería que le respondiera que con la última? Jaja! No caí. Luego salió con un: “Me encantas y quiero conocerte ya”. ¿Qué no se supone que estamos en retiro voluntario?

Y aún hay más….

  • El que te da su cuenta de Instagram, esperando que tú hagas lo mismo para checar tus fotos. Además te manda su número de celular y también afirma que le encantas. Cuando le escribes para saludarlo y empezar una conversación (se trata de conocernos, ¿no?) termina por pedirte una foto tuya de cuerpo completo, ya que en Instagram no la encontró. Entonces pregunté ingenuamente: ¿Porqué los hombres siempre piden una foto de cuerpo completo? Y la respuesta: “Para evitar salir con mujeres que tienen cara linda pero son unas gordas”. ¡Plup!

Estas son tan solo algunas de las experiencias que me han hecho reflexionar…

Más allá de los que buscan algo casual, sexo, conocer gente o así, lo importante es tener claro lo que queremos y no vendernos a lo que el otro quiere por agradar, por urgencia, por no confiar en que algo mejor llegará.

Personalmente creo que los seres humanos valemos por quienes somos y sí, la envoltura importa, pero yo digo que no al grado de ser despectivo con la gente. «Hay de todo en la viña del señor», diría mi madre: chavos guapísimos con cero materia gris, así como otros que no son tan agraciados pero que tienen muchos otras cualidades que enamoran.

Si las aplicaciones de citas son o no la opción para encontrar / conocer a la persona correcta no lo sé a ciencia cierta. A veces creo que era mejor cuando tus amigos te presentaban a alguien, aunque también me llevé mis sorpresas. De lo que estoy 100% es que, personalmente, prefiero arrepentirme de haberlo intentado, de jugar un poco con el “me gusta” / “no me gusta”, que pensar en el y “si hubiera”. Quién sabe en una de esas, moviendo el dedo a la izquierda y a la derecha, llegue esa persona… Es una posibilidad.

Y tú… ¿qué piensas al respecto?

La muerte

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La muerteMe preguntaste… ¿Qué es para ti la muerte?
Una palabra fuerte
un sustantivo contundente
un último instante.

La muerte es
un regalo inolvidable
un momento diferente
un suspiro inigualable.

¿Qué es la muerte?
El final de una etapa y el inicio de otra.

La graduación de la vida
el tiempo de decir adiós.

La muerte
una oportunidad de aprendizaje
para admirar, agradecer lo vivido
y darnos cuenta que todo cobra sentido
por difícil que haya sido.

¿Qué es la muerte?
La ocasión para aprender
a convivir de otra manera con quien se fue
sabiendo que vivirá para siempre en nuestro ser.

La muerte
a veces incomprensible,
otras predecible e inflexible,
pero siempre hace posible
el deseo más sublime.

¿Qué es la muerte?
Una separación
que causa dolor,
pero que puede dejar un dulce sabor.

Una lluvia de luz y amor,
una bendición,
un regalo de Dios.

Aceptar

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Aceptar

Aceptar es dejar ir sin sufrir.
Es reconocer amorosamente el lugar en el que estás,
no querer cambiar las cosas y mucho menos controlar.

Aceptar es un verbo que no necesita etiquetas,
es una decisión que nace del corazón
con la mejor intensión.

Aceptar es confiar
que esto también pasará
y algo maravilloso sucederá.

Aceptar es darte cuenta
que estás en el mejor sitio
en el que puedes estar
y comenzar a soñar
que algún día toda cambiará.

Aceptar es abrir la ventana,
inhalar y exhalar
para la mente aclarar
y así algo nuevo poder inventar para avanzar.

Aceptar es habitarte,
quedarte quieto sin interpretaciones buscar
decir un sí al Universo y fluir.

Aceptar es dejarte apapachar
para las fuerzas recobrar
y en su momento nuevamente el vuelo alzar.

Aceptar es agradecer,
tu reflejo en el espejo ver,

sonreír con complicidad
con el alma llena de esperanza
para volver brillar en tu andar.