La simplicidad de la vida

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Vivir sin complicaciones, haciendo solo “eso” que te corresponde y te hace feliz. Algo tan sencillo, pero que parece que lo hemos olvidado. A veces pienso que nos gusta irnos por el camino que tiene más obstáculos y si no, nos las ingeniamos para que las cosas sean difíciles.

Seguro que me dirás: “¡Claro que no Leo! Yo lo que menos quiero es complicarme la vida.” Y no digo que lo hagas conscientemente, generalmente esto ocurre a nivel inconsciente, de ahí la importancia de que nos demos cuenta para poder cambiarlo.

Cada día me convenzo más, entre lo que he leído y obvio la propia experiencia, que nuestros pensamientos y nuestras acciones van creando nuestra realidad. En la medida que nos enfocamos en lo que nos apasiona, que tenemos una actitud positiva, que nos abrimos a la posibilidad de que la magia suceda, tarde o temprano, ésta aparece.

Ya sé que me dirás que no siempre se puede estar feliz y sonriendo, menos mal porque si no sería aburridísimo, pero si viéramos el lado simple de la vida, si cuando estamos tristes nos damos el tiempo para estarlo, sería muy diferente.

A veces vivimos queriendo controlar lo incontrolable y buscando tener la razón en todo, ¿qué pasaría si nos quedamos en lo sencillo y simplemente aceptamos las cosas como son y fluimos? Si invirtiéramos toda la energía que utilizamos para encontrar el frijol negro en el arroz para enfocarnos mejor en todas las posibilidades existentes en el arroz blanco, seguro nos cansaríamos menos y disfrutaríamos más de la vida. Eso sin contar que seguramente estaríamos más felices disfrutando de lo que hay.

¡Ojo! No estoy diciendo que te vuelvas un irresponsable, sólo se trata de darle el valor que tiene cada cosa, persona o circunstancia por lo que es.

La simplicidad de la vida: tomar un café por la mañana con calma, pasártela de maravilla mientras te ejercitas, gozar de la hora del baño, hacer tu trabajo con gusto, ayudar al anciano necesitado de la calle, agradecer que estás sano, dar las buenas tardes al señor que se te cruzó en la calle, preparar un rico pastel, ver una serie de televisión, si coincidimos increíble y si no, por algo será, y así.

¡Sin complicaciones! Fácil, ¿no crees?

La vida no va a nuestro ritmo

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La-via-no-va-a-nuestro-ritmoVivimos en la época de la inmediatez. La tecnología y sus avances han acelerado una serie de procesos que, por una lado han beneficiado enormemente al ser humano y por el otro le han dado en la torre.

Cada día las personas nos volvemos más impacientes e intolerantes. Pareciera que ya nos acostumbramos a que todo esté en un clic, al instante y cuando nos toca esperar o estar en una situación que lleva su tiempo, se nos ponen los pelos de punta.

De ahí la importancia de aprender a ejercitar la paciencia para evitar experimentar uno de los sentimientos más destructivos y que lamentablemente parece estar de moda: la frustración. Pero… ¿qué es lo que hace o lleva a un ser humano a frustrarse?

Comencemos por definir la palabra como: la imposibilidad de satisfacer una necesidad o deseo, que genera un sentimiento de tristeza, decepción o desilusión. Algo sucede que nos impide obtener lo que queremos y nos enojamos porque, de alguna manera, estamos seguros de que hemos realizado todo lo necesario para llegar al objetivo. Sin embargo, a veces se no olvida que hay cosas que no dependen 100% de nosotros, es decir que existen otros factores que también intervienen para que lleguemos al resultado. Dichos factores pueden ser humanos, circunstancias o incluso, y por muy loco que te suene, la ley universal.

Si tú estás seguro de que has hecho todo lo que estaba a tu alcance para conseguir una meta y aún no la logras, quizá se deba a que por alguna razón eso que tanto quieres no es para ti, al menos no por ahora. Así como lo lees y… ¡Ojo! Eso no significa que tengas una mente conformista y te escudes en “la víctima” o te tires al drama con el “a mí no me tocaba”. Simplemente se trata de que aceptes la situación tal cual está hoy. Tal vez en este instante no lo entiendas, pero el tiempo es sabio.

Si las cosas no van como quisieras, si has dado lo mejor de ti, a lo mejor es momento de parar. Respira, acepta lo que es y agradece por todo aquello que sí tienes. Suelta, fluye y recuerda que: “La vida no va a nuestro ritmo”. No permitas que la frustración te impida ver todas las bendiciones de tu vida, que te aseguro, sin temor a equivocarme, que son muchísimas.

¡Hasta la próxima!

¿Etiquetar o no etiquetar? ¡Tú decides!

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Etiquetar-o-no-etiquetarHe de comenzar esta nueva entrada, confesando que esta mañana no tenía claro qué escribiría, cosa que no me sucede normalmente. Sin embargo, la vida y mi musa que son muy sabias no me fallaron. Cerca de las 10am recibí una llamada, que me aclaró todo. Al hablar con una amiga, ella sin imaginarlo me dio la respuesta: “No necesitas ponerle una etiqueta”.

Así que aquí vamos. Vivimos en un mundo en el que parece que etiquetar es lo de hoy. Para todo las usamos. ¡Detente unos instantes y reflexiona! Vas al cine con alguien y cuando comentan la película empiezan: buena, divertida, malas actuaciones, no recomendable, etc. O qué me dices cuando entre un grupo de chavos empiezan con que si fulano es gay o no, que si tiene novia, que si batea para ambos lados, que si consume drogas, que si no. O qué tal cuando estás saliendo con un chico que te cae muy bien y además tienen química, pero no son novios, ni los mejores amigos; tampoco son amigos con derechos ni amantes, no son pareja, sin embargo se la pasan de maravilla cuando se ven… Entonces… ¿Qué son?

Pareciera que nuestra mente y la sociedad sí o sí necesitan etiquetarlo de alguna manera, darle un nombre, para colocarlo en un lugar, para que cumpla con ciertos puntos, etc. etc. ¿Y qué pasa cuando una cosa, una persona, una relación no encajan con las etiquetas? ¿Lo dejas, lo tiras, te frustras?

Si lo vemos detenidamente, desde mi punto de vista, el colocar etiquetas es dar de una manera u otra una interpretación a algo, es decir, defines el hecho de acuerdo a tu experiencia, tu punto de vista, pero eso no significa que sea 100% así. Para ti quizá sí, para el otro no. Es por ello que cada quien debería de elegir aquella interpretación que lo empodere más, la que le cheque y le funcione para su vida.

En el caso de las relaciones humanas con mayor razón. Hay veces que no es necesario etiquetarlas porque a veces las personas, las relaciones están en un proceso, en una búsqueda para llegar a ser, a florecer y al etiquetarlas, les estamos cuartando su camino y libertad de algún modo.

Personalmente esta mañana cuando escuché que mi amiga me decía que no era necesario ponerle una etiqueta a determinada situación, me dio una paz increíble, fue como si se me quitara un peso de encima, me sentí liberada, pude seguir con mi día y por si fuera poco compartir estas líneas contigo.

Así que se te dejo de tarea: ¿etiquetar o no etiquetar? ¡Tú decides!

Mi Cuento de Princesa

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Cuento-de-princesa-1Los que me conocen, saben que mi fecha favorita del año es mi cumpleaños. Es un día que espero con mucha ilusión y que preparo siempre con un toque muy personal. Mis amigos y familia se encargan de impregnarle el factor sorpresa y la magia a esa celebración.

Este año no fue la excepción. Estaba decidida a festejar mis 44 viviendo experiencias que fueran únicas, al menos para mí. Fue así que cuando una amiga me preguntó qué quería de regalo, no dudé en decirle que deseaba conocer el “Castillo de Chapultepec”. Sí ya sé qué es lo que estás pensando: “¿Cómo que nunca habías ido?” Así como lo lees, por “x” o “y” razón nunca lo había visitado.

Fue así como el sábado pasado, viví un día muy especial y divertido, que además me hizo pensar mucho y compartir contigo estas líneas.

El haber tenido la fortuna de recorrer el “Castillo de Chapultepec” sumado a una plática previa a llegar a este lugar de ensueño, me hizo pensar en los cuentos de princesas. Esos que mamá, la abuela o la nana nos contaban, donde las protagonistas eran las chicas que tarde o temprano terminaban viviendo en un castillo al lado de su Príncipe Azul.

En primera instancia pensé, qué delicia de vida la de aquellas mujeres, tan fácil y sencilla, al lado de su amor. Conforme recorría los pasillos, las salas y los jardines del castillo como un ser humano común y corriente, fui descubriendo y cayendo en cuneta, que mi vida quizá no es como la de las princesas, sin embargo también es especial.

Es la historia de una mujer actual, que trabaja, que sueña; que tiene un estilo de vida propio; con sus logros y fracasos; que ríe, que llora, que se esfuerza. Estar en aquel lugar de ensueño me hacía sentir como una princesa moderna, escribiendo el los jardines, disfrutando de una buena lectura en la biblioteca, celebrando un gran banquete entre amigos, incluso imaginarme al lado de mi príncipe, que dicho sea de paso no era azul. Pensaba en un príncipe de colores y que cada uno de ellos representaba sus virtudes. También me reía conmigo misma recordando los sapos que he besado y lo divertido que ha sido. Me decía a mí misma que resulta interesante jugar a ser princesa a mi manera, toda una princess pero con los pies bien puestos en la tierra y la mirada hacia el cielo.

Cuento-de-princesa-4Disfruté enormemente la visita, además de lo hermoso del sitio y de la riqueza de la historia. Mi cabeza loca me llevó a recordarme, que si bien mi vida poco tiene que ver con la de una princesa, tiene lo suyo y así es maravillosa. Cierto es que sueño con encontrar a mi Príncipe de Colores y que a veces me enojo, me desespero, me desanimo, pero aún con esos faltantes que hay por ahí amo la oportunidad de estar viva, de gozar cada instante del viaje, de ser feliz con las pequeñas cosas del día a día, que al final son las que hacen de Mi Cuento de Princesa algo único e irrepetible.

¿Cómo es tu cuento de hadas? Porque recuerda que cualquiera que sea tu realidad, tú también puedes hacer de tu paso por esta tierra un cuento de princesa.

 

Si quieres cambiar el mundo, tiende tu cama

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Si-quieres-cambiar-al-mundo-tiende-tu-camaHace un par de semana escuché, no recuerdo en dónde: “Si quieres cambiar el mundo, tiende tu cama”. Debo confesar que además de causarme risa me quedó resonando al grado que al poco tiempo de ello me topé con un libro que se llama así y hasta investigué, quién la dijo y resulta que fue William McRaven, miembro de la marina de Estados Unidos.

Pero bueno… Más allá de lo anteriormente dicho, esta idea me lleva a reflexionar lo siguiente… ¿Cómo puede ser que tender mi cama sirva para cambiar el mundo? Creemos que para alcanzar grandes metas, debemos hacer grandes cosas y no. Muchas veces basta con tomar la decisión y empezar por realizar pequeñas acciones para construir un gran sueño. Por ejemplo: quieres convertirte en el mejor pastelero del mundo, quizá si empiezas por realizar las recetas de la abuela, luego venderlas, terminarás asistiendo a Le Cordon Bleu de París y convirtiéndote en el mejor chef de la Ciudad de la Luz. Pequeñas acciones pueden hacer la diferencia. Quieres hacer algo por este mundo, empieza por hacerte responsable de tender tu cama, ser una persona de palabra, con valores, coherente, involúcrate con los tuyos, con la gente más cercana, los de tu colonia, el trabajo, en fin. Si cada uno pone su granito de arena, lograremos nuestro objetivo.

Lo mismo ocurre con nuestros sueños. Por ejemplo si perteneces al grupo de personas que viven convencidas de que cuando tengan dinero harán a+b+c… ¡Ojo! Porque quizás de aquí a que lo logres reunir, ya será demasiado tarde, quizás seas muy mayor, tal vez entonces estés enfermo o quizá tus responsabilidades sean otras y te lo impidan.

Somos los reyes del mañana, después, luego, unos expertos en postergar, cuando tenga tiempo, dinero, y así… Olvidamos que la vida se va en un abrir y cerrar de ojos, además de que nadie no asegura que seguiremos aquí mañana.

Mejor empecemos por hacer lo que hoy está en nuestras manos: tender la cama, leer ese libro que nos inspire, escribir unas líneas, hacer un boceto, investigar escuelas, averiguar las rentas de departamentos, llamar al banco para ver si somos aptos para uno crédito, meditar, hacer una lluvia de ideas de lo que te apasiona… ¡Qué se yo! Pero que no pase un día sin dar un paso que nos acerque a eso que tanto anhelamos.

Sin miedo a vivir

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Sin-miedo-a-vivir-1Amanecí con ganas de ir al centro de la ciudad, así que después de un rico desayuno y de haber checado la ruta a seguir en metro, me apresuré a arreglarme para iniciar mi aventura. Era sábado y la mañana tenía muy buena pinta.

Ya casi lista, caí en cuenta que estaba dando vueltas como para retrasar mi salida. ¿Qué me pasa me pregunté? Recordé entonces las noticias de los últimos 15 días sobre mujeres secuestradas o intentos en ciertas estaciones de metro. Sentí miedo y paré. Luego pensé: “Tengo dos opciones, salgo y me arriesgo o cambio de plan. Mmm… Yo quiero ir al centro, así que al centro iré y en metro como me gusta.”

Así que agarré mi bolsa, mis llaves y empecé a caminar. Llegué al Zócalo y me emocioné. Por primera vez en mucho, mucho tiempo, la explanada estaba vacía, bueno casi porque del lado de Palacio Nacional había una manifestación de gente en tiendas de campaña, a la que prefería no hacerle caso. De resto en la explanada había una exposición de fotografías de personas besándose y varios corazones hechos con flores, super lindas. El cielo estaba azul, el sol brillaba en su máximo esplendor. Pasé por Catedral y luego recorrí la Madero rumba a Bellas Artes, donde volví a tomar mi transporte y me regresé al sur de la ciudad.

Un paseo delicioso, a mi ritmo, sin complicaciones, haciéndome  caso y agradeciendo a cada instante la oportunidad de estar viva.

Ahora que lo recuerdo, me doy cuenta que existen muchas cosas que nos dan miedo: iniciar una relación, cambiar de trabajo, salir con un desconocido, caminar de noche por la ciudad, viajar contigo mismo, son sólo algunos ejemplos, sin embargo está en nuestras manos tomar la decisión y aventurarnos. Tener presente que “la vida es un ratico”, como dice mi querido Juanes, y que quizá después de ese miedo descubras un sin fin de cosas y experiencias maravillosas.

Sin-miedo-a-vivir-2Para mí si duda fue una delicia la visita del sábado al centro de nuestra querida Ciudad de México, eso sin contar la comida en una terraza acompañada de un libro, el café frente a un jardín con rosales, una película digamos que “diferente” para no ponerle carga emocional y la tranquilidad de llegar a mi cama agradecida por un día lleno de magia.

Está en ti, en mí decidir cómo queremos vivir nuestra vida. ¡Ojo! No te estoy diciendo que te avientes sin medir las consecuencias, solo quiero invitarte a que dejes de ponerle tanta atención a tus miedos y que disfrutes de tu paso por la Tierra  Sin miedo a vivir.

P A C I E N C I A

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PacienciaLa semana pasada me tocaba ir al banco, así que decidí hacerlo a primera hora. Tenía 30 minutos para hacer dos deligencias, así que me apresuré a ello.

Llegué a la sucursal y con la buena suerte que no había fila. Mientras Ángel, el cajero que me atendía realizaba mi trámite, empecé a escuchar como una chica, que había entrado detrás de mí, iba subiendo su tono de voz. Al parecer el cajero le decía que tenía que esperar una autorización y fue ahí donde la mujer comenzó a discutir y a hablar más y más fuerte. Para no hacerles la historia larga terminó llamado al gerente de la sucursal. La energía se tornó muy densa. Yo agarré mis documentos, agradecí al cajero con una sonrisa su atención y salí de ahí, impresionada por la falta de paciencia y la prepotencia de aquella mujer.

Mi segunda parada sería el área de atención a clientes de un supermercado. Había una persona delante de mí a quien atendieron rápidamente y se fue. Llegó mi turno y amablemente expliqué a la señorita que me atendió mi requerimiento. Ella estaba muy seria, no sé si incluso de mal humor, sin embargo, logré robarle una sonrisa.

En lo que esperaba que realizara mi transacción llegaron un par de personas, que sin muchas ganas de hacer fila, se acercaron para que les sellara el boleto del estacionamiento, les respondiera alguna pregunta, les entregara bolsas de plástico, en fin. “¡Qué impacientes nos hemos vuelto!”, pensé y continué tranquila, esperando a que la chica terminara.

Las personas que estaban atrás de mí, se acercaron al mostrador para pedir que les hicieran una factura y la respuesta que recibieron fue que tenían que esperar, lo cual no les gustó nada. Quede impresionada, ya que a diferencia de las otras interrupciones, eran personas mayores que hubiera pensado serían más pacientes, pero no. Al final yo terminé mis pendientes de muy buen humor y hasta tiempo me sobró.

¿A dónde quiero llegar contándote esto?

Simplemente quiero que reflexionemos… Vaya que nos hemos vuelto impacientes, queremos que todo sea para ayer, que nos atiendan en cuanto llegamos, que todo suceda al momento. Pareciera que hemos perdido la virtud de la tolerancia, si es que alguna vez la tuvimos. Vivimos a toda velocidad y con nada, a la más mínima provocación no prendemos como si fuéramos una fogata y arremetemos contra tenemos enfrente. Es como si nada existiera solo nosotros. No nos percatamos que además de que le hacemos pasar un mal rato a la persona con la que discutimos, contaminamos el ambiente con nuestra furia y mal humor y que además también nos hacemos daño, incluso echamos a perder esos instantes.

Puedo entender que en alguna vez tengamos prisa, ¿pero siempre? ¿De verdad no podemos tomarnos un tiempo para realizar nuestras actividades con calma disfrutando del momento presente? A final de cuentas el cajero se va a tardar lo que se tenga que tardar y va suceder lo que deba suceder. Un minuto no va a ir más rápido si gritamos.¿Qué necesidad hay de volvernos un “grinch”? Te aseguro que gastamos más energía en enojarnos que la que invertiríamos en inhalar, exhalar y volver a empezar y la pasaríamos mejor.

Regalémonos la oportunidad de experimentar la paciencia, aprendamos de ella. Como dice el refrán: “No por mucho madrugar amanece más temprano”. Y sí, puede haber cosas que están a un solo clic para que sucedan , sin embargo, hay otras, generalmente las que tienes que ver con los seres humanos que llevan otro ritmo.

Así es que recuerda: P A C I E N C I A.

Roma, México y Yo

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roma,-méxico-y-yoHace ya casi una semana se dieron a conocer las películas nominadas al Oscar, uno de los galardones más preciados de la industria cinematográfica. Este año da la casualidad que la cinta mexicana Roma cuenta con 10 nominaciones, lo cual ha generado una gran polémica.
Independientemente de eso y de los más de 150 premios que ya ha recibido este largometraje y dejando a un lado: si la historia es o no buena, si Yalitza Aparicio merece o no el reconocimiento como mejor actriz, si Alfonso Cuarón es un talentoso director, si fotografía y el sonido son impecables, quiero compartirte lo que todo este ruido de Roma ha generado en mí.
Ver que un proyecto mexicano, hecho por mexicanos (en su mayoría) ha llegado tan alto, entre muchos factores gracias a la intensa mercadotecnia, me lleva a conectarme con mis sueños.
Me recuerda esas cosas que me ponen la piel chinita de solo imaginarlas, eso que me apasiona (como en mi caso escribir) y me invita a seguir adelante, a no tirar la toalla, a buscar hacer todos los días de mi vida lo que me hace feliz. Me hace pensar que vale la pena pagar el precio para realizar un sueño.Soñar en grande, lo que quiera que grande signifique para cada quien, en su entorno, sin compararse con el de al lado. Me inspira a seguir andando para lograr lo que quiero.
Y pienso… Qué maravilloso sería si todos nos ocupáramos por ser felices, por disfrutar lo que hacemos. ¿Cómo sería México si en vez de estar esperando a que Papa-Gobierno te resuelva la vida, te hicieras cargo de ti mismo? ¿Qué tal si así como aplauden y se sienten orgullosos de las nominaciones de Roma al Oscar, se sintieran cuando un amigo tiene un logro, cuando al compadre le dan un acenso en el trabajo, en lugar de morirse de envidia como sucede con frecuencia?
Si Alfonso Cuarón pudo, ¿porqué tú no? A veces es sólo cuestión de dejar de contarnos historias como: no puedo, no tengo dinero, me da miedo, es imposible, y si fracaso, etcétera y comenzar a movernos, buscar, abrir los ojos, estirar las antenas, pedirle al Universo lo que queremos y empezar así a construir el camino para llegar a donde deseamos. Todo logro comenzó con un sueño. ¡No lo olvides!
Ojalá que aprendamos a vivir como personas de éxito, a ver la cantidad de cosas buenas que ocurren en el día y agradecerlas; a aplaudirnos a nosotros mismos, al de al lado. Tú, yo, todos juntos podemos hacer de nuestro México un mejor país, podemos soñar y realizar nuestros más grandes anhelos.

 

De regreso a lo básico

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Conforme pasan los días y entre más observo cómo nos comportamos, cómo vivimos, más cerca creo que estamos del momento y la necesidad de “regresar a lo básico”.

Pareciera que la vida es una carrera en la que el que vaya más rápido gana, sin embargo, a veces por vivir a máxima velocidad nos olvidamos de disfrutar el momento presente, los instantes, los pequeños detalles, la magia del aquí y el ahora.

La tecnología ha agilizado y facilitado enormemente las comunicaciones y ha acortado las distancias entre millones de personas, familia, amigos, conocidos. Asimismo, nos permite realizar trámites, comprar, organizar eventos sin salir de casa. Son muchas las cosas que ha simplificado, pero muchas otras las que ha complicado.

Ahora vivimos dependientes de computadora, pegados al celular, incluso ya ni siquiera nos sabemos las rutas para llegar a cierta dirección porque esperamos que Waze o Google Maps nos guíen para llegar en el menor tiempo. ¿Cuál es la prisa?

de-regreso-a-lo-básicoCuanto más rápido pasa la vida, más pido a gritos que “regresemos a lo básico”. Aquí algunos ejemplos:

  • Saborear una deliciosa comida en familia, acompañados de una rica plática, sin celulares.
  • Tomar tu carro y dirigirte a visitar a ese amigo, sin invitar y escuchar a la “señora” del navegador.
  • Ir hacer la compra semanal al supermercado, tomándote tu tiempo, sin prisas.
  • Pasar un fin de semana sin estar pegado al celular pendiente del correo que puede llegar….
  • Llamar a esa persona especial para felicitarla por sus cumpleaños y escuchar su voz en lugar de escribir un mensaje vía WhatsApp.
  • Entretenerse yendo de compras al centro comercial en vez de hacerlo en línea.
  • Sentarse a leer en un parque inmerso en el ruido de la naturaleza y de uno que otro coche, ¿porqué no?
  • Mirar a un ser querido a los ojos y decirle lo que sientes, corazón a corazón.
  • Apagar el televisor y salir a jugar con los hijos o bien armar un rompecabezas en familia.
  • Vivir un día a su ritmo, sin ese sentimiento de que te vienen persiguiendo o que no te dará tiempo de nada.

Regresar a lo básico, aprovechar cada día, vivir plenamente en el aquí y el ahora, desconectados tecnológicamente y conectados los unos con los otros, haciendo una cosa a la vez.

¿Tú que dices? ¿Se te antoja? ¡Cuéntame!

El ABC para olvidarlo

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el-abc-para-olvidarSacar a alguien que amamos de nuestra vida es de las cosas más complicadas que existen, al menos así me lo parece a mí.

Si bien creo que lleva un proceso también estoy convencida de que existen ciertas acciones a tomar que ayudan y mucho para conseguir el objetivo.

Amor propio: Recuerda que el amor más grande que existe o que debería existir es el que sentimos hacia nosotros mismos. Si terminaste una relación porque se murió el amor, porque te pusieron el cuerno o porque simplemente nunca llegó a ser una relación de pareja, es el tiempo ideal para volver la vista y el corazón hacia ti y amarte tanto como para alejarte de esa persona (o situación) que (queriendo o no) te hizo sufrir.

Buena actitud: Es esencial para “tomar el toro por los cuernos” y poner lo mejor de ti para seguir adelante, para crear la vida que te mereces, para mirar hacia delante y comenzar a escribir una nueva historia.

Cabeza ocupada: Piensa en lo que te apasiona, en esos sueños que dejaste en el tintero, en esa terapia, ya sea con especialista o esa actividad que para ti sea como tal, y pon ¡manos a la obra! Ahora más que nunca ocupas tener tu mente entretenida y qué mejor que sea en cosas que te llenan o que querías hacer. Así reducirás las posibilidades de tener “malos pensamientos”.

Déjate sentir: Mientras la mente se mantiene activa creando y haciendo cosas, permite que tu corazón se desahogue, sin juicios, trátalo amorosamente, apapáchalo y apapáchate. Ahora menos que nunca se te ocurra sacar el látigo y comenzar a flagelarte por lo que fue y por lo que no. Es hora de amarte.

Para terminar y como “no hay quinto malo”…

Evita cualquier tipo de contacto con el/la susodich@. Desde mi propia experiencia, es IMPOSIBLE olvidar y/o sacar a alguien de tu vida si sigues manteniendo contacto, por mínimo que sea con la persona. Eso de podemos “ser amigos” o sigo respondiendo sus llamadas por “compasión” NO FUNCIONA y solo hace más lento tu proceso.

Quizá en un tiempo, cuando las heridas hayan sanado (y dependerá de cada circunstancia), podrían coincidir, pero no antes.

Tal vez suene radical este último punto, pero de verdad que hay otra manera.

De corazón deseo que estas ideas te sirvan y te ayuden a hacer más fácil el proceso de olvidar a alguien, que de por sí ya es algo difícil.

Por ahora me despido, nos leemos pronto.